Los descongestionantes son una clase de medicamentos que se utilizan principalmente para aliviar la congestión nasal, un síntoma común que resulta de las alergias, los resfriados, la sinusitis y otras infecciones de las vías respiratorias superiores. Estos medicamentos funcionan activando los receptores β-adrenérgicos, que contraen los vasos sanguíneos pequeños de las membranas nasales. Esta acción provoca la apertura de los conductos nasales obstruidos, lo que facilita el drenaje de los senos nasales y alivia la congestión.
La mayoría de los descongestionantes se venden sin receta en diversas formas: aerosoles nasales, gotas nasales y comprimidos. Estos se pueden administrar de forma tópica directamente en los conductos nasales o tomarse por vía oral, según el medicamento específico y la gravedad de los síntomas.
Los descongestionantes se conocen comúnmente como simpaticomiméticos porque son agonistas β-adrenérgicos que imitan los efectos de la estimulación del sistema nervioso simpático. Se pueden clasificar en dos grupos según su composición química: aminas simpaticomiméticas (derivados de la ꞵ-feniletilamina) e imidazolinas simpaticomiméticas (derivados de la imidazolina). Las aminas simpaticomiméticas, como la epinefrina, la fenilefrina y la pseudoefedrina, ejercen sus efectos sobre múltiples receptores, pero principalmente sobre los ⍺_1-adrenorreceptores. Por otro lado, las imidazolinas simpaticomiméticas, como la oximetazolina, la nafazolina, la tetrahidrozolina y la xilometazolina, ejercen sus efectos sobre múltiples receptores, pero principalmente sobre los ⍺_2-adrenorreceptores.
Si bien los descongestionantes tópicos pueden proporcionar un alivio rápido y a corto plazo de la congestión nasal, su uso debe limitarse a no más de tres días consecutivos. Esto es para evitar un fenómeno conocido como congestión nasal de rebote, donde la congestión nasal regresa o incluso empeora después de suspender el medicamento. Los descongestionantes tópicos pueden causar ocasionalmente efectos secundarios como ardor, escozor y sequedad nasal, aunque estos suelen ser leves y temporales.
En cambio, los descongestionantes orales pueden proporcionar un alivio más duradero de la congestión nasal. Sin embargo, debido a que se absorben sistémicamente, los descongestionantes orales pueden provocar efectos secundarios sistémicos. Estos deben analizarse con algunos pacientes, especialmente aquellos con enfermedades cardiovasculares e hipertensión no controlada, ya que estos agentes pueden causar estimulación cardiovascular. Los efectos secundarios comunes incluyen nerviosismo, taquicardia, náuseas e insomnio.
Del capítulo 18:
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