El trabajo pionero de Gregor Mendel sobre los principios de la herencia transformó radicalmente nuestra comprensión de cómo se transmiten los caracteres de generación en generación. Sus experimentos con plantas de guisantes sentaron las bases para el descubrimiento de los genes, unidades discretas dentro de los organismos que controlan la herencia.
Cada gen existe en pares, y la combinación de estos genes de ambos progenitores forma el genotipo de un individuo. Este genotipo es un modelo de rasgos potenciales. Algunos ejemplos de rasgos genotípicos son el tipo de sangre, el color de los ojos y la presencia de enfermedades hereditarias. Por ejemplo, los genes heredados de los padres pueden determinar si una persona tiene ojos marrones, azules o verdes. El fenotipo se refiere a las características observables de un organismo, como la apariencia física y el comportamiento, que resultan tanto de la composición genética como de las influencias ambientales. Factores como la nutrición y el clima pueden influir en estas características.
En el modelo de Mendel, el concepto de dominancia desempeña un papel crucial en la expresión genética. Los genes dominantes enmascaran los efectos de otros en los emparejamientos en los que los dos genes difieren. Por ejemplo, en los seres humanos, el gen de los ojos marrones es dominante sobre el gen de los ojos azules. Como resultado, un niño que hereda un gen de ojos marrones de uno de los padres y un gen de ojos azules del otro normalmente tendrá ojos marrones. Sin embargo, si ambos padres, a pesar de tener ojos marrones, son portadores del gen recesivo de los ojos azules, pueden tener un hijo de ojos azules.
Este principio se extiende a otros rasgos físicos. Por ejemplo, el pelo rizado es un rasgo dominante sobre el pelo liso. Esto significa que si un niño recibe al menos un gen para el pelo rizado de cualquiera de sus padres, es probable que el niño presente el pelo rizado, independientemente del otro gen.
Sin embargo, no todos los rasgos se ajustan a patrones hereditarios tan simples. Las características psicológicas, como la inteligencia, el temperamento y la predisposición a determinadas conductas, están influidas por múltiples genes, cada uno de los cuales contribuye a un único rasgo. Cada gen implicado tiene un pequeño efecto aditivo, lo que contribuye a la gran diversidad observada en las personalidades y conductas humanas. Esta complejidad hace que sea difícil predecir los rasgos psicológicos basándose únicamente en los genes parentales.
La explicación detallada de la expresión genética no se limita únicamente al código genético, sino que se extiende al ámbito de la epigenética, una capa compleja que modula la actividad genética sin cambiar la secuencia del ADN en sí. Este mecanismo regulador adicional es crucial para comprender cómo se expresan los genes de manera diferente en las distintas células y etapas del desarrollo.
Del capítulo 2:
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